Ésta es la meseta Loess de China.
Hasta hace poco era una de las
regiones más pobres del país.
Una tierra de inundaciones,
aludes y hambrunas.
Pero con la música y el baile llega
la esperanza de cambio para mejor.
Me llamo John Liu.
Hace 15 años que documento
los cambios en la meseta.
Primero vine en 1995
para filmar un proyecto ambicioso
donde la gente del lugar,
estaba construyendo
un nuevo paisaje a gran escala.
Transformando una tierra estéril
en una tierra verde y fértil.
El proyecto sin duda
cambió mi vida,
convenciéndome de convertirme
en un científico del suelo.
Lo que aprendí aquí
en los últimos años
me hizo ver
que muchas tragedias humanas
que ocurren en el mundo:
inundaciones, aludes,
sequías y hambrunas
no son inevitables.
En la meseta vi que la gente
puede salir de la pobreza.
Pueden mejorar radicalmente
su medioambiente,
y al hacerlo, reducen el peligro
del cambio climático.
ESPERANZAS EN UN CLIMA CAMBIANTE
Cuando llegué a la meseta Loess
me asombró el nivel de pobreza
y de decadencia.
Y me pregunté cómo era posible
que el pueblo chino,
el mayor grupo étnico del planeta,
y mis padres y antepasados
vinieran de un lugar tan árido.
La meseta Loess de China
es una región de 640.000 km2
en el norte de China central.
Valles conservados
en la cercana Sichuan
nos muestran cómo debe haber sido
alguna vez.
Es una especie
de exuberancia natural,
necesaria para mantener
una civilización emergente.
¿Cómo se pudo reducir a esto
un sitio con semejante potencial?
Cuando los científicos
e ingenieros chinos
empezaron a supervisar la zona
vieron que varios miles de años
de explotación agrícola
había despojado montañas y valles
de su vegetación.
El incesante pastoreo
del ganado en las laderas
no permitía el crecimiento
de árboles jóvenes y matorrales.
El agua de la lluvia
ya no se filtraba en el suelo
sino que bajaba por las montañas
arrastrando la tierra consigo.
Con los milenios,
esto destruyó progresivamente
la fertilidad de la región.
Cuando esto ocurre en una zona
tan extensa como la meseta,
millones de toneladas de tierra
fueron cayendo al río Amarillo,
que debe su nombre al fino lodo.
El lodo se derrite
y obstruye el río,
impidiendo que corra
y produciendo inundaciones
que le dan otro nombre al río:
Dolor Chino.
En algunas zonas
crea colchones de lodo flotante
que atraen a los turistas.
Un problema regional se vuelve
un problema nacional.
Durante la época de sequía,
la tierra ligera y desprotegida
es levantada por el viento
provocando las tormentas de polvo
que azotan las ciudades de China
y cruzan sus fronteras.
En la meseta,
los investigadores vieron
que la decadencia progresiva
del medioambiente
obliga a los pobladores
a practicar una agricultura
de subsistencia
Es un proceso que se repite
en todo el mundo.
Las comunidades rurales pobres
sobre-explotan su tierra para sobrevivir,
reduciendo su fertilidad, mientras
ellos se empobrecen cada vez más.
Una de las cosas que pronto
se hizo evidente
es la conexión entre medioambiente
dañado y pobreza.
En muchas partes del mundo
hubo un círculo vicioso.
El uso continuo de la tierra llevó
a agriculturas de subsistencia,
y generación tras generación
esto degradó aún más los suelos.
La pregunta vital
que nos debemos hacer es:
¿Se puede revertir
este proceso destructivo?
Hace 15 años, los expertos chinos
e internacionales creían que sí.
Decidieron que para evitar
una mayor erosión
era imperativo dejar de cultivar
ciertas zonas claves
para permitir que los árboles
y matorrales volvieran a crecer.
Pero esto no era posible
sin el consentimiento
de los mismos granjeros.
Y costó persuadirlos.
Por supuesto, mucha gente
no entendía el proyecto,
no podían pensar a largo plazo.
Quieren que plantemos árboles
en todas partes,
incluso en la tierra buena.
¿Y la próxima generación?
No pueden comer árboles.
Lo que finalmente
convenció a la gente
fue que ellos manejarían
sus tierras,
que serían los beneficiarios
directos
del esfuerzo invertido
en el nuevo proyecto.
El objetivo era poner sombreros
en las cimas de las montañas,
un cinturón alrededor de éstas
y zapatos a la base.
Los sombreros significaban
que en las cimas
había que volver a plantar árboles.
El cinturón,
que había que construir terrazas
para la agricultura,
y también para árboles
Los zapatos eran los diques
que teníamos que construir.
Así las montañas revivirían
para mejorar nuestra vida
y nuestra economía.
Montañas y barrancos fueron
convertidos en zonas ecológicas
que debían ser protegidas.
Los agricultores recibieron
una compensación financiera
por no cultivarlas y mantener
a su ganado en corrales.
Cuando filmé por primera vez
a Ta Fu Yuan y sus colegas en 1995
no tenía idea
de que esa iniciativa
podría lograr
resultados tan importantes.
El esfuerzo de la gente para
convertir sus laderas en terrazas
logró un significativo aumento
en la productividad agrícola.
Los cultivos en altura
están directamente relacionados
con el regreso
de la vegetación natural
y la zona ecológica que los rodea.
Cuando llueve, el agua ya no baja
directamente por las laderas.
Frenada por la vegetación
se hunde en la tierra
donde el suelo la retiene
y tarda semanas y meses
para escurrir lentamente
e irrigar los campos
y las terrazas de abajo.
La recuperación tuvo lugar
en una zona de 35.000 km2.
El impacto de un agregado
tan enorme de vegetación
va más allá de la meseta misma.
Hubo una significativa disminución
de la tierra que cae
al río Amarillo.
Mientras viajaba por la meseta
he visto cambios impresionante.
La vegetación en las laderas
y en las cimas de las montañas.
Y abajo, en el valle,
todo ha cambiado.
Y esto ha cambiado
la vida de la gente.
Y en realidad fue la gente
la que hizo esto.
Porque ellos cambiaron
sus costumbres,
construyeron terrazas,
mejoraron los suelos,
aprendieron a proteger
las zonas marginales.
No sólo se ven cambios
en las laderas.
En las llanuras se ven invernaderos
llenos de verduras.
Así se amplía la estación
de cultivo
obteniendo productos
de alto valor agregado.
Se ve una gran abundancia
de nuevas variedades
en los mercados locales.
Estudios demostraron
que los ingresos se triplicaron
Y los científicos apuntan
a un beneficio más global.
Mediante la fotosíntesis
las plantas eliminan carbono
de la atmósfera
y reducen el efecto invernadero
causado por las emisiones humanas.
En términos de cambio climático
podemos decir
que el proyecto hizo
una doble contribución.
Primero, fue exitoso para restaurar
vegetación a gran escala.
Crecieron muchos árboles
y mucha vegetación
y esto ayudó a eliminar carbono
de la atmósfera.
Segundo, porque la salud
del ecosistema de la meseta Loess
mejoró tanto que la región
podrá resistir mejor
los impactos negativos
del cambio climático.
Como resultado de su éxito,
las lecciones que aprendimos
en la rehabilitación
de la meseta Loess
ahora se aplican en toda China.
¿Pero estos proyectos
podrían funcionar en otra parte,
en sociedades menos controladas
y centralizadas
y con menos recursos
y suelos distintos?
Quizá Etiopía,
más que cualquier otro país,
simboliza la vulnerabilidad
del hombre
ante catástrofes ambientales.
Es un país cuyos problemas
aumentaron
por guerras y conflictos civiles.
Y ahora el cambio climático
inducido por el hombre
podría empeorar las cosas.
Igual que en la meseta Loess,
siglos de agricultura
de subsistencia
despojaron a la tierra
de su vegetación natural.
Los barrancos secos
tienen cicatrices
de las inundaciones.
Estos barrancos demuestran
el enorme poder de la corriente
durante la estación de lluvias.
Si no hay vegetación
en las laderas de las montañas,
cuando vienen las lluvias,
el agua no penetra la tierra,
baja e inunda la tierra.
No está disponible para agricultura
durante el resto del año.
Esto lleva a la sequía
y, en Etiopía, como sabemos,
a la hambruna.
Pero, como vi en China,
hay esperanzas
de que esta situación
pueda ser revertida.
En sólo seis años, el profesor
Léguese Nagash y aldeanos locales
transformaron un terreno
seriamente erosionado
plantando árboles y plantas
autóctonos.
Casi milagrosamente surgió
un arroyo de aguas claras
donde antes sólo había
un hilo de fango.
¿Cómo consiguió que ese arroyo
fluya todo el año?
Gracias a la vegetación,
que fue regenerada en esta montaña.
Este agua preserva la tierra,
porque, cuando llueve
sobre esta vegetación,
esa lluvia se filtra gradualmente
en la tierra
y termina en el flujo constante
de este río.
El agua es vida.
Sin agua no se puede hacer nada.
En un período
de sólo cinco o seis años
se obtiene agua limpia
como ésta, si se trabaja duro
para recuperar la tierra degradada.
Miles de kilómetros más al norte,
en la aldea de Abraha Atsebaha,
se está produciendo
otro fenómeno milagroso.
Los granjeros encuentran agua
en sus pozos
a pesar de la escasa lluvia
de este año.
La hambruna de 1984 golpeó
fuerte a la gente de este valle.
Muchos emigraron
y muchos murieron.
Ahora la gente está volviendo.
El presidente de la aldea,
Gabre Giday,
recuerda bien
cómo era la vida antes.
Hace 10 años, incluso 5,
le diré cómo era la situación:
era absolutamente terrible.
El sol, la sequía, el viento,
todo estaba seco
como el desierto.
Había un programa de refugiados
para nuestra aldea,
y la opción era:
dejar el valle o hacer algo.
Con ayuda del gobierno,
aplicaron el mismo método
que los chinos,
y reservaron tierras
para que volviera a crecer
la vegetación natural.
En las quebradas construyeron
pequeños diques
que ahora se alimentan
de fuentes subterráneas.
Igual que el arroyo
del Profesor Nagash,
la lluvia que cayó
semanas atrás,
ahora se filtra lentamente
por las capas subterráneas,
renovando la provisión
de agua.
La tierra erosionada
se volvió fértil
y cambió para mejor.
Con la sequía, nuestros árboles
frutales se secaron.
Ahora vuelven a crecer, y hasta
podemos tener más variedades.
Éstos son los beneficios reales
que hemos visto.
Tenemos el alimento asegurado
y nuestros hijos
pueden ir a la escuela.
Nuestra vida ha progresado.
Ya no tenemos que suplicar
ayuda al gobierno
gracias a los cambios
que hemos realizado.
Los animales salvajes que habían
desaparecido están volviendo,
incluso los leopardos.
Estos aldeanos ahora están
mejor preparados
para resistir el impacto
del cambio climático.
Con asistencia internacional,
sus logros pueden repetirse
en todo el país.
Como dice el profesor Legesse,
los beneficios llegarían más allá
de las fronteras etíopes.
Lo más importante para África…
y lo considero el tema
más urgente para África,
es la restauración.
No importa lo que hagamos,
podemos ser buenos
en ciencia espacial o nuclear,
pero recuperar esta enorme
y vasta tierra,
esta tierra degradada,
es crucial para África
y especialmente para Etiopía.
La mitad de Etiopía
está cubierta de montañas,
y este sistema montañoso
está degradado.
Y la degradación
de esta enorme tierra,
de las grandes montañas
de Etiopía,
no sólo es crítica para Etiopía
sino para toda la región.
Consideren Egipto, miren Sudán,
el 86% del Nilo
fluye hacia estos países.
¿Cómo sustentar la vida en Egipto
si no se restauran
las montañas de Etiopía?
Es un problema regional,
nacional e internacional.
La degradación ambiental
no sólo es un problema
para las regiones áridas
de Etiopía.
Puede ser igualmente devastador
para países como Ruanda
donde abundan las lluvias.
Este pequeño país
enfrenta el problema
de una población en aumento
que trata de ganarse la vida
en un espacio de tierra limitado.
Igual que en China y Etiopía,
la agricultura excesiva
en las montañas
produjo una grave erosión
y disminuyó la fertilidad,
obligando a los campesinos
a trasladarse a áreas protegidas
como los humedales Rugesi,
un lugar de importancia internacional
para la vida silvestre.
Los campesinos secaron los pantanos
para cultivar más alimentos
y no sólo dañaron el importante
ecosistema de los humedales,
también causaron un gran impacto
a tres horas de allí,
en Kigali, la capital.
El agua que fluye
de los pantanos de Rugesi
es una fuente vital de energía
hídrica para la capital de Ruanda.
Mientras los humedales
empezaron a secarse,
las centrales energéticas
no pudieron producir
suficiente electricidad.
El gobierno de Ruanda alquiló
generadores diesel
para cubrir la demanda.
La Dra. Rose Mukankomeje
me llevó a visitarlos.
Alquilamos esos generadores
de esta empresa.
Nos vimos obligados a alquilarlos
cuando degradamos el pantano
y perdimos 20 megavatios
de electricidad.
Para hacer funcionar esas máquinas
pagamos 65.000 dólares por día.
65.000 dólares por día,
son muchos millones de dólares.
Así es, son 6 millones de dólares,
y como Ud. sabe,Ruanda no es un país rico.
Parte de ese dinero
es un préstamo del banco,
y hay dinero de los contribuyentes.
¿Cómo afecta esto al clima?
Estas máquinas
funcionan a diésel,
y quemando diésel
se producen gases de efecto invernadero.
Dañino para el medioambiente
y más caro.
La gente tuvo que pagar
tres veces más por la electricidad.
Los políticos del gobierno
se concentraron
en la restauración
de los humedales Rugezi.
Si la gente causa el problema,
también puede traer la solución.
Tuvimos que estudiar atentamente
lo que había pasado,
qué era lo que había dañado
el sistema
para poder revertirlo también
por medio de la acción humana.
Por eso es importante ver
que las acciones humanas
pueden destruir o reparar
lo que fue destruido
e incluso proteger
nuestro medioambiente.
El gobierno ayudó a los granjeros
a dejar los pantanos,
restaurar las laderas
degradadas que están encima,
mejorando sus tierras cultivables
y permitiendo que vuelvan a crecer
árboles y matorrales
para capturar la lluvia.
Los ayudamos a construir terrazas.
Especialmente ahí,
en las montañas,
donde pueden aumentar
y mejorar la productividad.
Lo más importante es tener
a la gente de tu lado.
Ahora los humedales
se están recuperando.
Grandes cantidades de agua
vuelven a caer en cascada
alimentando las represas.
La electricidad libre de carbono
reemplaza a los generadores a diésel
y la crisis energética
se estabilizó.
Restaurar y preservar
ecosistemas naturales
como los humedales Rugezi,
beneficia a todos.
Y se podrían lograr
muchas cosas más.
Si las distintas organizaciones
se hubieran involucrado
y ayudado más con recursos,
Ruanda podría haber hecho
mucho más,
y haberse beneficiado más.
Pero también otros países,
si existiera esta ayuda.
Los ruandeses reconocen
que los pantanos
son mucho más valiosos
como un sistema natural
que provee agua para la energía
que como tierras de cultivo.
El mismo principio vale
para las laderas y quebradas.
Lo que vemos aquí
es muy interesante.
Porque es una línea
entre la actividad humana
y sistemas naturales.
En la actividad humana podemos evaluar
la productividad de la agricultura
y darle un valor monetario.
Pero en los sistemas naturales
no supimos evaluar los árboles,
la biodiversidad, el agua
que es absorbida por la biomasa
y por las tierras.
Y árboles y plantas brindan otro
servicio vital: la fotosíntesis.
La vegetación reduce
el efecto invernadero,
eliminando dióxido de carbono
de la atmósfera.
Se resiste mejor el cambio
climático con árboles.
No importa cuán inteligentes
o capaces seamos los humanos,
con toda nuestra tecnología
estamos indefensos
ante el cambio climático.
Todavía no hemos entendido bien
los milagros que producen
los árboles.
Una muestra de lo que puede lograr
la restauración de la naturaleza
se vio aquí, en la meseta Loess
de China,
donde los campesinos
siguieron prosperando
a pesar de la peor sequía
en décadas.
Desde el comienzo del proyecto,
la tierra que alimenta sus cultivos
fue acumulando materia orgánica
de plantas y animales.
Esto mantiene la humedad
y contiene carbono.
Lo interesante es que todas
esta materia en las raíces
es materia orgánica.
Y ésta se mezcla
con la tierra geológica,
produciendo una tierra viva.
Aquí es donde está la humedad,
ayer llovió
y todavía hay humedad
en esta tierra.
Aquí es donde se reciclan
los nutrientes
para que cada generación
de vida emerja,
y aquí es donde está el carbono.
Lo interesante es que ellos
hicieron este campo,
esto es nuevo y están ayudando
a capturar el carbono.
Tierras vivas como ésta retienen
en promedio
tres veces más carbono
que el follaje sobre el suelo.
Si restauráramos
las inmensas áreas del planeta
en las que nosotros, los humanos,
degradamos los suelos,
imaginen el impacto que tendría
en eliminar carbono de la atmósfera
Un cuarto de la masa de la Tierra
ha sido degradada,
y gran parte podría ser
rehabilitada
de la manera que hemos visto
en la meseta Loess.
Recién hemos empezado a reconocer
el verdadero valor
del capital natural.
Invirtiendo en la recuperación
de ambientes degradados
es una manera efectiva de resolver
muchos de los problemas
que hoy enfrentamos.
Por qué no invertir la misma
cantidad o más
en una tecnología que asemeje
la manera en que la naturaleza
captura el carbono.
Invirtiendo en nuestra estructura
ecológica y ecosistemas
y aumentando la capacidad de la
naturaleza para capturar carbono
tendremos la mejor posibilidad
de hacer algo.
Lo maravilloso es que no se trata
sólo de capturar carbono,
también nos enfrentamos
con la pérdida de ecosistemas
y sus efectos en la alimentación,
el agua.
Estamos perdiendo especies
a un nivel sin precedentes.
Por ello, mantener, recuperar,
proteger y expandir ecosistemas naturales
tiene muchos beneficios.
Inmediatos, en términos
de cambios climáticos,
pero también fundamentales
para el futuro de los servicios
que la naturaleza brinda
y que damos por descontados.
Mi esperanza
es que los países desarrollados,
los de mayor responsabilidad
por el cambio climático,
reconozcan el enorme potencial
de la restauración.
Hemos visto en China,
en África y en todo el mundo,
que es posible rehabilitar
ecosistemas dañados a gran escala.
Si podemos transferir el capital,
la tecnología,
y darle la posibilidad
a la gente del lugar
de rehabilitar su propio
medioambiente,
obtendremos enormes beneficios.
La restauración permite
capturar el carbono,
reduce la pérdida
de la biodiversidad,
atenúa inundaciones,
sequías y hambrunas.
Puede asegurar el alimento
a pueblos
que ahora sufren
crónicamente hambre.
¿Por qué no lo hacemos
a escala global?